Este mes ha sido absolutamente asombroso. Dios se ha hecho evidente en mi vida como nunca y de una manera completamente nueva para mí. ¿Por qué? Bueno, creo que es la primera vez que he estado dispuesta a dar pasos de fe que impliquen la posibilidad de perder. Actuar solo por obediencia y por amor a Él, sin esperar nada a cambio. Como el niño de los Evangelios, le entregué mis dos peces y mis cinco panes, y Dios no tardó en multiplicar mi ofrenda, porque, aun siendo poco, Él sabía que estaba poniendo en Sus manos todo lo que soy.
La publicación del libro ha superado completamente mis expectativas. Muchos adultos han podido recuperar por unos minutos la confianza infantil y experimentar Su amor, a través de esa pequeña historia. Y muchos niños han entendido que, ser sensibles a la voz del Creador, les permitirá descubrir cosas increíbles (así como me está pasando a mí hoy).
Por primera vez en la vida decidí caminar en pos de Él, sin saber el destino, y voy dando un paso a la vez, mientras disfruto de la brisa y del paisaje. Solo que ahora me basta saber que mi Padre me está guiando, para que finalice una carrera en la que es más importante oír que ver.