Siempre me sentí muy orgullosa de ser impetuosa y apasionada con las cosas que me gustan, pero la vida me ha ido enseñando que la paciencia y la prudencia son virtudes que hacen la diferencia a la hora de construir proyectos a largo plazo. Y digo que la vida me ha enseñado, porque he vivido algunos años y en la calle ya me dicen: “¡señora, qué desea ordenar del menú”, “¡señora, dejó sus compras en la caja registradora!”. Y, al mismo tiempo, de mi boca cada vez salen con más frecuencia frases como: “el calor me hincha los pies”, “no puedo comer pizza, porque se me inflama el colon”, “si adelgazo se me notan las arrugas” (espero que esto no les motive a preguntar mi edad… gracias). A lo que voy es que la experiencia me ha demostrado que la única forma de desarrollar paciencia es a través del ejercicio de la misma. Así que prepárense para que Dios les diga “no es el tiempo todavía, tienes que esperar”. Cuando esto suceda, no se desanimen, porque les puedo jurar por el colágeno que me queda que vale la pena esperar y recordar que Sus promesas siempre se cumplen. Entonces… ¡quietos en primera, respiren profundo y hagan un listado de las veces en las que Dios ha cumplido lo que les ha prometido! Hacerlo los llenará de una resistencia sobrenatural. Y, cuando sea el momento de avanzar, el Espiritu Santo les dará una señal inequívoca, así que no worries. Pero, si sienten que no se aguantan, pídanle a su mejor amig@ que les de una cachetada amorosa… con el tiempo se lo agradecerán.
3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
(Santiago 1:3-5)
PD: oigan… qué pena no haberles deseado un feliz año y gracias por leerme a pesar de la ingratitud. En todo caso, ¡feliz año!