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Foto del escritorFrancA Pizzarra

Dos oraciones en medio de la tormenta


Cuando se presenta una tormenta en nuestras vidas, tenemos dos opciones: le pedimos a Jesús que nos socorra y calme el viento; o nos arriesgamos a pedirle que nos ayude a caminar sobre las aguas. Ambas son válidas para Dios, porque nos ama, sin embargo, hay dos grandes diferencias que quiero resaltar en este post.


En primer lugar, cuando los apóstoles sienten miedo de morir y Jesús le habla al mar, queda en evidencia que no tenían fe: “Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma. Entonces les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:39-40). En cambio, en el caso de Pedro, el Maestro resaltó que tenía poca fe. ¿Notan la diferencia? ¡Pedro, sí tenía fe!: “ Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”. Estoy segura de que esa experiencia marcó para siempre el corazón de Pedro y estableció un principio esencial para su ministerio: si Dios lo ordena, todo es posible. Y esto me lleva al segundo punto. Caminar sobre las aguas tipifica hacer aquellas cosas que para nosotros son imposibles, pero que se pueden hacer realidad si el fundamento es Su Palabra. Por eso, si nos quedamos en la barca, podemos ver a Jesús actuar en las circunstancias; pero, si llevamos nuestra fe a otro nivel, podemos sorprendernos a nosotros mismos de lo que podemos llegar a hacer. ¡Podemos sobreponernos a cualquier dificultad, oposición, agresión o presión y cumplir con nuestro llamado! ¿Por qué? Porque, si Cristo lo manda y mantenemos nuestra mirada en él, podemos avanzar confiados.


Hoy estamos afrontando un desafío a nivel mundial. ¿Qué tal si esta vez cambiamos nuestra oración y subimos un peldaño más en nuestra fe? Hagamos lo que nunca habíamos hecho: amemos, tengamos paciencia, perdonemos, seamos generosos, acatemos la norma, meditemos en Su Palabra, replanteemos las prioridades, examinemos nuestros corazones y tomemos decisiones para que, cuando salgamos a la calle otra vez, no volvamos a ser los mismos de antes.

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