¿Alguna vez has sentido envidia? ¿Te has sentido rezagado(a) frente a los logros de tus amigos (as)? ¿Pasas mucho tiempo en Facebook y en Instagram comparando tu apariencia? Creo que la humanidad entera lucha con lo mismo o al menos a este lado del planeta. Y también creo que coincidimos en que estas preguntas nos quitan la paz y la capacidad de gozarnos la vida. Es como si estuviéramos caminando por la calle, felices y con tareas en mente, cuando ¡TAS! pisamos popó de perro… ¿Has podido pensar en algo diferente después de eso? Es una tontería, pero incluso el olor impregnado en el zapato nos puede dañar el día. Bueno, yo digo que así funciona esto de la envidia y la comparación jeje. ¿Cómo limpiarnos? Sabiendo y confiando en que estamos en el lugar donde Dios nos necesita, cumpliendo con un propósito para nosotros mismos y para los demás; ejecutando nuestra misión (sea cual sea); y aceptando con humildad Su soberanía, simplemente porque confiamos en Él y Su sabiduría. Sin embargo, la única forma de llenarnos de todas estas cosas es sentándonos con nuestro Hacedor, para tener una conversación con Él y recibir Su reafirmación cara a cara. No te imaginas cómo se disipan las dudas y las inconformidades cuando lo podemos mirar a los ojos y deleitarnos en Su amor por nosotros.
top of page
bottom of page
Comments