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  • Foto del escritorFrancA Pizzarra

Mandamiento 1: amarás a Dios


Al principio, Pedro estaba tan convencido de amar a Jesús, que fue capaz de asegurar que moriría con él. Pocas horas después, su amor es puesto a prueba y sucede uno de los eventos más recordados por los cristianos: Pedro niega tres veces a Jesús. Luego, cuando se vuelven a encontrar, Jesús le pregunta dos veces: “¿Me amas?”. En ese momento, Pedro por fin logra ser sincero consigo mismo y le contesta: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. Esa escena es muy parecida a ese instante en el que el novio le declara su amor a la novia, y ella solo responde con un escueto ‘gracias, yo también te quiero’. Sin embargo, lo más sorprendente de esta historia es que, al final de la vida del Apóstol, su amor por Dios ha crecido tanto, que su deseo de seguir a Cristo hasta la muerte se cumple, en una señal de completa devoción y total rendición a Dios.


Creo que todos pasamos por el mismo proceso del Apóstol. Al principio, nos cuesta la idea de amar más a Dios que a nuestros impulsos emocionales, nuestra voluntad, nuestros paradigmas y motivaciones. ¡Y que nadie me diga que no puedo hacer lo que quiera con mi cuerpo! Bueno, todo eso Jesús ya lo sabe. Luego, cuando finalmente entendemos que la forma en la que gobernamos nuestra vida es definitivamente torpe, buscamos que Él tome el control de las circunstancias que se nos han salido de las manos. ¿Ahí ya lo amamos? Claramente, no. Pero, Dios es tan dulce y sabio, que nos comienza a gustar la idea de construir una relación con Él, así que buscamos espacios para orar, se despierta una sed especial por conocerlo mejor y nos rodeamos de otras personas que están en el mismo plan. ¿En ese momento, ya lo amamos con todo nuestro ser? En mi experiencia personal puedo decir que tampoco. Esa decisión tendrá que madurar con el paso de los años y se irá fortaleciendo poco a poco. De todas maneras, si ese es nuestro deseo, podemos estar seguros de que Dios nos ayudará a llegar hasta ese punto y, como Pedro, podremos rendirnos por completo. Además, no debemos olvidar que si estamos aquí es porque Él nos amó primero.


Oración: Jesús, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero. Pero mi mayor deseo es amarte con todo lo que soy. Ayúdame a conocerte cada día más y a confiarte todas las áreas de mi vida. Que se haga tu voluntad y no la mía. Amén.

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