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Moviendo montañas

  • Foto del escritor: FrancA Pizzarra
    FrancA Pizzarra
  • 15 abr 2019
  • 2 Min. de lectura

“Jesús les respondió: —Porque ustedes no confían en Dios. Les aseguro que si tuvieran una confianza tan pequeña como un grano de mostaza, podrían ordenarle a esta montaña que se moviera de su lugar, y los obedecería. ¡Nada sería imposible para ustedes!”. (Mateo 17:20)


Una de las verdades más grandes que transforman por completo nuestra forma de ver las dificultades es que Dios, antes de cambiar las circunstancias para que jueguen a nuestro favor, quiere desarrollar nuestro carácter para que podamos usar la fe. Es decir, primero necesitamos reafirmar nuestra confianza en Él, para luego hablarle a las montañas.

Es sorprendente ver cómo los niños establecen relaciones con otros casi de manera instantánea y son capaces de depositar una confianza absoluta en todos los que se acercan. Sin embargo, cuando crecemos, ese don va desapareciendo y dejamos de confiar hasta en el Creador de todas las cosas. El asunto es que esto nos impide escuchar Su voz y atender a Su voluntad frente a los problemas, y terminamos ejecutando nuestras propias estrategias.

La pregunta es: ¿para qué queremos mover las montañas, si nuestro corazón tiene cordilleras impenetrables de incredulidad que no nos van a permitir ser mejores, soñar o lanzarnos hacia los imposibles? Por ejemplo, en este mundo tan prevenido y dolido, el verdadero amor parece acercarse más a la utopía que a lo tangible, así que los actos de bondad y generosidad empiezan a verse como tonterías; y tener gratitud en medio de la escasez es otra montaña enorme, porque consideramos que de ella no tenemos nada que aprender. En consecuencia, dejamos de creer y de actuar en amor y en gratitud, porque las circustancias nos moldean a nosotros, en vez de ser nosotros los que las moldeemos a ellas, a través de la interpretación y las herramientas que nos da la fe en la Palabra.

¿Cuál es la montaña que tienes ante tus ojos y en qué medida está relacionada con la que tienes en el corazón? Cuando sepas la respuesta, aplica el versículo, confía en las instrucciones que te dé Dios, y verás cómo se van removiendo los paradigmas en tu interior y empiezas a ver cambios alrededor.

 
 
 

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FrancA Pizarra
 

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