Sí, sí… mantener una relación sana con mi celular a veces no es fácil. Aunque fue diseñado para ser una herramienta buena y útil, también la podemos usar para compararnos, juzgarnos, desperdiciar tiempo o evadir conversaciones. Por eso, en ocasiones me imagino a mi celular protestando por el mal uso que le doy y procuro tener temporadas de desintoxicación, de privacidad extrema —en un mundo que exige que estemos notificando y actualizando el estatus de nuestras vidas en las redes—, y de limpiar mi propio disco de información que puede estar minando el trabajo que Dios está haciendo con mi carácter. Además, vale la pena desconectarse para usar los otros sentidos y experimentar la realidad más allá de nosotros mismos.
Si tu celular pudiera hablar, ¿qué te diría? (No es una pregunta retórica, de verdad me gustaría conocer tu opinión)